Ahora conoceremos a Jupiter el quinto planeta del Sistema Solar. Forma parte de los denominados planetas exteriores o gaseosos. Recibe su nombre del dios romano Júpiter (Zeus en la mitología griega). Su órbita se sitúa aproximadamente a 5 UA, unos 750 millones de km del Sol. La atmósfera de Júpiter no presenta una frontera clara con el interior líquido del planeta; la transición se va produciendo de una manera gradual. Se compone en su mayoría de Hidrógeno (87%) y Helio (13%), además de contener Metano, Vapor de agua, Amoniaco, y Sulfuro de hidrógeno, todas estas con < style="text-decoration: underline;">








En la mitología romana, Júpiter (en latín Iupiter) ostentaba el mismo papel que Zeus en la mitología griega como principal deidad del panteón. Fue llamado Iupiter Optimus Maximus Soter (‘Júpiter el mejor, mayor y más sabio’) como dios patrón del estado romano, encargado de las leyes y del orden social. Fue el dios jefe de la Tríada Capitolina, que formaba junto a Juno y Minerva. Júpiter era retratado como un dios sabio y justo pero tenía un gran temperamento, reinaba sobre la tierra y el cielo y sus atributos eran el águila, el rayo, y el cetro. Uno de los defectos de Júpiter era su promiscuidad y para realizar sus conquistas amorosas, se transformaba en animales como cisnes, toros o pájaros, pues él no podía ser visto en toda su gloria. El Júpiter romano poseía una personalidad menos marcada que su equivalente griego y los aspectos religiosos permanecían mucho más diferenciados entre ambas culturas.

Ahora que hemos conocido un poco al personaje que da el nombre al planeta, Jupiter se trata del planeta que ofrece un mayor brillo a lo largo del año dependiendo de su fase. Es, además, después del Sol, el mayor cuerpo celeste del Sistema Solar, con una masa casi dos veces y media la de los demás planetas juntos (con una masa 318 veces mayor que la de la Tierra y 3 veces mayor que la de Saturno). Júpiter es un cuerpo masivo gaseoso, formado principalmente por hidrógeno y helio, carente de una superficie interior definida. La atmósfera de Júpiter es muy profunda, comprendiendo quizá al propio planeta, y es de alguna manera como el Sol. Está compuesta principalmente por hidrógeno y helio, con pequeñas cantidades de metano, amoníaco, vapor de agua y otros compuestos. A grandes profundidades dentro de Júpiter, la presión es tan grande que los átomos de hidrógeno se rompen liberando sus electrones de tal forma que los átomos resultantes están compuestos únicamente por protones. Esto da lugar a un estado en el que el hidrógeno se convierte en metal. La dinámica del sistema climático de Júpiter se refleja en unas franjas latitudinales de colores, nubes atmosféricas y tormentas. Los patrones de nubes cambian en horas o días.

Júpiter tiene un tenue sistema de anillos, invisible desde la Tierra. También tiene 16 satélites. Cuatro de ellos fueron descubiertos por Galileo en 1610. Era la primera vez que alguien observaba el cielo con un telescopio. A 700 millones de kilómetro del sol, se encuentra el Gigante Júpiter con 140.000 Km. de diámetro. Con unos simples prismáticos y unos 10 aumentos, serán suficientes para ver el achatamiento del planeta. Si utilizamos un 75 mm y lo dotamos de 50 aumentos, ya podemos ver el disco con dos bandas oscuras que lo dividen en dos, dejando una zona clara entre ellas.

El sistema de anillos que fue descubierto por la sonda Voyager 1 en marzo de 1979. El anillo principal tiene unos 6500 km de anchura, orbita el planeta a cerca de 1.000.000 km de distancia y tiene un espesor vertical inferior a la decena de kilómetros. Su espesor óptico es tan reducido que solamente ha podido ser observado por las sondas espaciales Voyager 1 y 2 y Galileo. Los anillos tienen tres segmentos: el más interno denominado halo (con forma de toro en vez de anillo), el intermedio que se considera el principal por ser el más brillante y el exterior, más tenue pero de mayor tamaño. Los anillos parecen formados por polvo en vez de hielo como los anillos de Saturno. El anillo principal está compuesto probablemente por material de los satélites Adrastea y Metis, este material se ve arrastrado poco a poco hacia Júpiter gracias a su fuerte gravedad. A su vez se va reponiendo por los impactos sobre estas lunas que se encuentran en la misma órbita que el anillo principal. Las lunas Amaltea y Tebas realizan una tarea similar, proveyendo de material al anillo exterior. Tanto los anillos como las lunas de Júpiter se mueven dentro de un enorme globo de radiación atrapado en la magnetosfera, el campo magnético del planeta. Este enorme campo magnético, que sólo alcanza entre los 3 y 7 millones de km. en dirección al Sol, se proyecta en dirección contraria más de 750 millones de km., hasta llegar a la órbita de Saturno.

Como caracteristicas adicionales, Júpiter es el planeta con mayor masa del Sistema Solar: equivale a unas 2,47 veces la suma de las masas de todos los demás planetas juntos. Más de un centenar de planetas extrasolares han sido descubiertos con masas similares o superiores a su masa. Júpiter también posee la velocidad de rotación más rápida de los planetas del Sistema Solar: gira sobre su eje en poco menos de 10 horas. Esta velocidad de rotación se deduce a partir de las medidas de campo magnético del planeta. La atmósfera se encuentra dividida en regiones con fuertes vientos zonales con periodos de rotación que van desde las 9h 50m 30s, en la zona ecuatorial, a las 9h 55m 40s en el resto del planeta.

El planeta es conocido por una enorme formación meteorológica, la Gran Mancha Roja, fácilmente vislumbrable por astrónomos aficionados dado su gran tamaño, superior al de la Tierra. Su atmósfera está permanentemente cubierta de nubes que permiten trazar la dinámica atmosférica y muestran un alto grado de turbulencia. La Gran mancha roja basicamente es un enorme anticiclón situado en las latitudes tropicales del hemisferio sur, la estructura de nubes en bandas y zonas, y la fuerte dinámica de vientos zonales con velocidades de hasta 140 m/s (504 km/h), se piensa que puede ser una "Estrella fallida" debido a sus grandes cantidades de hidrógeno y helio.

Un detalle para destacar y ampliar un poco es su Masa, la misma es tal su baricentro con el Sol se sitúa en realidad por encima de su superficie (1,068 de radio solar, desde el centro del Sol). A pesar de ser mucho más grande que la Tierra (con un diámetro once veces mayor) es considerablemente menos denso. El volumen de Júpiter es equivalente al de 1317 Tierras, pero su peso es sólo 318 veces mayor. La unidad de masa de Júpiter (Mj) se utiliza para medir masas de otros planetas gaseosos, sobre todo planetas extrasolares. Si Júpiter tuviera más masa que la actual, el planeta podría encogerse. El radio apenas cambiaría en el caso de pequeñas variaciones en su masa, y si es cuatro veces ésta, el interior podría llegar a comprimirse mucho más a causa de fuerzas gravitacionales mayores, lo que podría dar lugar a una disminución de su volumen, independientemente de que su masa aumente. Como resultado, se especula que Júpiter podría alcanzar uno de los diámetros más amplios que un planeta de estas características y evolución puede lograr. El proceso de reducción del volumen con aumento de masa podría continuar hasta que se alcanzara una combustión estelar, como en las enanas marrones con una masa 50 veces la de Júpiter. Esto ha llevado a algunos astrónomos a calificarlo como “estrella fracasada”, aunque no queda claro si los procesos involucrados en la formación de planetas como Júpiter se asemejan a los procesos de creación de sistemas estelares múltiples. Si bien Júpiter necesitaría tener 75 veces su masa para provocar las reacciones de fusión de hidrógeno necesarias y convertirse en una estrella, la enana roja más pequeña que se conoce tiene sólo un 30 por ciento más de radio que Júpiter. A pesar de esto, Júpiter irradia más calor del que recibe del sol. La cantidad de calor que se produce dentro del planeta es casi igual a toda la radiación solar que recibe. La diferencia de calor desencadenada, es generada por la inestabilidad Kelvin-Helmholtz mediante contracción adiabática. La consecuencia de este proceso es la contracción del planeta unos dos centímetros al año. Después de su formación, Júpiter era mucho más caliente y tenía un diámetro de casi el doble de su tamaño actual.



Júpiter tiene 16 satélites importantes: Los cuatro mayores, llamados "galileanos" (Io, Europa, Ganimedes y Calixto), y otros 12 más pequeños. Los principales satélites de Júpiter fueron descubiertos por Galileo Galilei el 7 de enero de 1610, razón por la que se los llama en ocasiones satélites galileanos. Reciben sus nombres de la mitología griega si bien en tiempos de Galileo se los denominaba por números romanos dependiendo de su orden de cercanía al planeta. Originalmente, Galileo bautizó a los satélites como "Mediceos", en honor a Cosme de Médicis, duque de Florencia. El descubrimiento de estos satélites constituyó un punto de inflexión en la ya larga disputa entre los que sostenían la idea de un sistema geocéntrico, es decir, con la Tierra en el centro del universo, y la copernicana (o sistema heliocéntrico, es decir, con el Sol en el centro del Universo), en la cual era mucho más fácil explicar el movimiento y la propia existencia de los satélites naturales de Júpiter.

Los cuatro satélites principales son muy distintos entre sí. Ío, el más interior, es un mundo volcánico con una superficie en constante renovación y calentado por efectos de marea provocados por Júpiter y Europa. Europa, el siguiente satélite, es un mundo helado bajo el cual se especula la presencia de océanos líquidos de agua e incluso la presencia de vida. Ganímedes, con un diámetro de 5268 km, es el satélite más grande de todo el sistema solar. Está compuesto por un núcleo de hierro cubierto por un manto rocoso y de hielo. Calisto se caracteriza por ser el cuerpo que presenta mayor cantidad de cráteres producidos por impactos en todo el sistema solar.

Además de los mencionados satélites galileanos, las distintas sondas espaciales enviadas a Júpiter y observaciones desde la Tierra han ampliado el número total de satélites de Júpiter hasta 63. Estos satélites menores se pueden dividir en dos grupos:

* Grupo de Amaltea: son cuatro satélites pequeños que giran en torno a Júpiter en órbitas internas a las de los satélites galileanos. Este grupo está compuesto por (en orden de distancia) Metis, Adrastea, Amaltea y Tebe.

* Satélites irregulares: es un grupo numeroso de satélites en órbitas muy lejanas de Júpiter; de hecho, están tan lejos de este que la gravedad del Sol distorsiona perceptiblemente sus órbitas. Con la excepción de Himalia, son satélites generalmente pequeños. A su vez, este grupo se puede dividir en dos, los progrados y retrógrados. La mayoría de estos objetos tienen un origen muy distinto al de los satélites mayores siendo posiblemente cuerpos capturados y no formados en sus órbitas actuales. Otros pueden ser los restos de impactos y fragmentaciones de cuerpos mayores anteriores. Miembros de este grupo incluyen a Aedea, Aitné, Ananké, Arce, Autónoe, Caldona, Cale, Cálice, Calírroe, Carmé, Carpo, Cilene, Elara, Erínome, Euante, Euporia, Eurídome, Harpálice, Hegemone, Heliké, Hermipé, Himalia, Isonoe, Leda, Lisitea, Megaclite, Mnemea, Ortosia, Pasífae, Pasítea, Praxídice, Sinope, Sponde, Táigete, Telxínoe, Temisto, Tione, Yocasta y otros 23 que no tienen aún nombre definitivo.

lo es el quinto de los satélites conocidos de Júpiter, y el tercero en tamaño. Io es algo mayor que la Luna de la Tierra. La superficie de Io es radicalmente diferente de la de cualquier otro cuerpo del sistema solar. Los datos revelados por el Voyager, en su primer encuentro con el satélite, constituyeron una verdadera sorpresa. Se esperaban encontrar numerosos cráteres de impacto, teniendo en cuenta su tamaño y edad, pero existen muy pocos, prácticamente ninguno. Por tanto, su superficie es muy joven. En lugar de cráteres, la nave Voyager 1 encontró cientos de volcanes, algunos de ellos activos. Se pudieron obtener espectaculares imágenes de erupciones. Las erupciones volcánicas cambian rápidamente. En sólo cuatro meses, entre las llegadas del Voyager 1 y el Voyager 2 algunos de los volcanes cesaron en su actividad, y otros la comenzaron. Io tiene una sorprendente variedad de tipos de terreno: cráteres de volcanes de varios kilómetros de profundidad, lagos y ríos de azufre fundido y algunas montañas que aparentemente no son volcanes. Es el azufre y sus compuestos lo que le dan una amplia variedad de colores, causantes de la abigarrada apariencia de este satélite. Algunos de los puntos más calientes (derecha) de la superficie de Io alcanzan temperaturas de hasta 1.200 ºC, aunque la temperatura media es muy baja, alrededor de -150 ºC. La energía necesaria para toda esta actividad se deriva de la interacción entre Io, Europa, Ganimedes y Júpiter. Se produce un gigantesco efecto de marea de hasta 100 metros. Io tiene una fina atmósfera compuesta por óxido de azufre y otros gases. Al contrario que los demás satélites galileanos de Júpiter, Io contiene poca, o ninguna, cantidad de agua.

Europa es el sexto de los satélites conocidos de Júpiter y el cuarto en tamaño. Europa es algo menor que la Luna de la Tierra. Su superficie tiene una particularidad que la convierte en un caso único en el sistema solar: es extraordianariamente plana. No se han percibido desniveles mayores de unos pocos cientos de metros. Hay muy pocos cráteres en Europa; sólo se han encontrado tres de diámetro mayor de 5 km. Esto parece indicar una superficie joven y activa.





Ganimedes es el mayor satélite del sistema solar. Es mayor en diámetro que Mercurio (aunque tiene la mitad de su masa), y es mucho mayor que Plutón. La composición de Ganimedes es un núcleo de hierro fundido, rodeado de una capa de rocas y otra fina capa externa de hielo. La superficie de Ganimedes es una mezcla, a partes iguales, de dos tipos de terreno:

Regiones antiguas, repletas de cráteres, de color más oscuro (derecha).
Regiones menos antiguas, de color más claro, repletas de surcos y barrancos (derecha).

Se tienen datos de una tenue atmósfera de oxígeno en Ganimedes, similar a la encontrada en Europa. Pero este hecho, en absoluto debe tomarse como una evidencia de la existencia de vida. Los cráteres son muy llanos, sin el anillo montañoso ni la depresión central, comunes a los de la Luna o Mercurio. Esto parece ser debido a que la capa externa de hielo es muy fluida, y ha ido desgastando sus contornos. Se pueden encontrar antiguos cráteres cuyo relieve ha desaparecido completamente, dejando sólamente un cráter fantasma.


Calixto es un poco menor que Mercurio, pero tiene sólo un tercio de su masa. Calixto está constituido aproximadamente de un 40% de hielo y de un 60% de rocas/hierro.La superficie de Calixto está completamente cubierta de cráteres. Es una superficie muy antigua, semejante a las mesetas que existen en la Luna y Marte. Calixto tiene la superficie más antigua y repleta de cráteres de cualquiera de los cuerpos observados en el sistema solar. A lo largo de 4.000 millones de años ha sufrido muy pocos cambios, aparte de algún impacto ocasional. Los cráteres mayores están rodeados por una serie de anillos concéntricos. El mayor de estos cráteres (con un diámetro de 4.000 km) ha recibido el nombre de Valhalla. Otra característica interesante es la Cadena Gipul, una larga serie de cráteres de impacto alineados en una línea recta.La causa más probable de este fenómeno fue algún objeto que impactó con Calixto, y que anteriormente había sido roto en múltiples pedazos al pasar por las cercanías de Júpiter. Al contrario que Ganimedes, con sus complejos tipos de terrenos, no hay evidencia de ninguna actividad tectónica en Calixto. Su historia geológica es mucho más simple.

Todos los datos obtenidos hasta ahora fueron gracias a las varias misiones espaciales de NASA desde 1973. Las misiones Pioneer 10 y Pioneer 11 realizaron una exploración preliminar con sobrevuelos del planeta. La sonda Pioneer 10 sobrevoló Júpiter por primera vez en la historia en diciembre de 1973. La sonda Pioneer 11 le siguió justo un año después. Se tomaron las primeras fotos cercanas de Júpiter y de los satélites galileanos, se estudió su atmósfera, se detectó su campo magnético y se estudiaron sus cinturones de radiación.

Las misiones Voyager 1 y Voyager 2 visitaron Júpiter en 1979 revolucionando el conocimiento que se tenía del planeta y sus lunas y descubriendo también su sistema de anillos. Se descubrió que su luna Ío tenía una actividad volcánica extraordinaria y que Júpiter también poseía anillos.

En 1995 la misión Galileo, que constaba de una sonda y un orbitador, inició una misión de exploración del planeta de 7 años. Aunque la misión tuvo importantes problemas con la antena principal que retransmitía los datos a la Tierra, consiguió enviar informaciones con una calidad sin precedentes sobre los satélites de Júpiter, descubriendo los océanos subsuperficiales de Europa y varios ejemplos de vulcanismo activo en Ío. La misión concluyó lanzando al orbitador contra el propio planeta para evitar una colisión futura con Europa que pudiera contaminar sus hielos.

En diciembre de 2000 la misión espacial Cassini/Huygens realizó un sobrevuelo lejano en su viaje con destino a Saturno obteniendo un conjunto de datos comparable en cantidad a los sobrevuelos realizados por las Voyager pero con una calidad de las observaciones mucho mejor. A finales de febrero de 2007 el planeta Júpiter fue visitado por la sonda New Horizons en su viaje a Plutón.

Fuentes Jupiter Mitologia - Interior de Jupiter - Jupiter - Planeta Jupiter - Sistema Solar Jupiter - El quinto planeta - Mas de Jupiter

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